La CNSE advierte sobre la privación lingüística en la infancia sorda y sus consecuencias

La Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) volvió a poner sobre la mesa un tema clave para los derechos de la comunidad sorda

La Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) volvió a poner sobre la mesa un tema clave para los derechos de la comunidad sorda: la privación lingüística en la infancia. En el marco de un webinario centrado en esta problemática, la entidad señaló que negar o retrasar el acceso de niñas y niños sordos a una lengua natural constituye una forma de violencia estructural, porque limita de raíz su desarrollo integral.

Durante el encuentro, la CNSE explicó que el acceso temprano a una lengua es imprescindible para el crecimiento pleno de cualquier persona. En el caso de la infancia sorda, la lengua de señas cumple un papel fundamental, ya que es el canal natural que permite adquirir lenguaje en los primeros años. Se destacó que la etapa más decisiva para esta adquisición se sitúa entre los 0 y los 5 años, periodo en el que la exposición constante a una lengua accesible marca la diferencia en el desarrollo cognitivo, emocional y social.

La organización remarcó que la privación lingüística no es un hecho aislado, sino una consecuencia de entornos que no ofrecen modelos comunicativos accesibles y competentes. Esto puede suceder en el ámbito familiar, educativo o institucional, cuando no se promueve la lengua de señas o se la sustituye únicamente por estrategias que no aseguran una comunicación real. Según la CNSE, lo preocupante es que esta privación suele pasar inadvertida y se normaliza, manteniendo a la infancia sorda en desigualdad desde edades muy tempranas.

Entre las consecuencias señaladas, se mencionaron retrasos en el desarrollo del lenguaje, dificultades de aprendizaje, aislamiento social, afectación de la autoestima, obstáculos en la construcción de identidad y, en muchos casos, un impacto profundo en la salud emocional. Todo ello refuerza la mirada de que la privación lingüística debe ser entendida como una vulneración de derechos, no como una circunstancia inevitable.

La CNSE insistió en la necesidad de políticas claras que garanticen la exposición temprana a la lengua de señas: acompañamiento a familias desde los primeros meses, educación bilingüe real, presencia de referentes sordos en ámbitos educativos, y mecanismos de prevención y detección de casos de privación lingüística.

Desde CELSA acompañamos esta reflexión, porque reafirma un principio básico: sin lengua no hay acceso pleno a la educación, a la identidad ni a la participación social. Asegurar que cada niña y niño sordo pueda crecer con una lengua natural accesible es una condición esencial para una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa de la diversidad lingüística.